La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual cuyo agente etiológico es el Treponema pallidum, una bacteria perteneciente a la familia de las espiroquetas. Esta bacteria infecta especialmente el área genital, los labios, la boca o el ano. Por lo general se adquiere por contacto sexual con una persona que la tiene, es decir la bacteria ingresa al cuerpo a través de las membranas mucosas o de la piel erosionada, así entra en el torrente sanguíneo y se adhiere a las células dañando el organismo.
Inicialmente, la sífilis suele causar una llaga única, pequeña e indolora. Algunas veces, causa inflamación de los ganglios linfáticos cercanos y, si no se trata, llega a provocar una erupción cutánea que no pica y que habitualmente aparece en pies y manos. Por lo tanto, la sífilis no tratada progresa en cuatro etapas, cada una con unos síntomas y signos característicos.
Las llagas causadas facilitan adquirir o contagiar el VIH durante las relaciones sexuales, siendo esta una de las complicaciones más importantes de esta ETS. En casos raros, la sífilis causa problemas de salud serios e incluso la muerte.
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